TRAIDORES A LA PATRIA

«Los que gobiernan, aunque vayan a los campos de futbol, aunque se envuelvan en banderas que no respetan, solo tienen una denominación, y nosotros se lo vamos a decir a la cara: traidores, traidores a la patria, eso es lo que son»Pablo Iglesias

Hasta hace menos de 2 años la patria española no era lo mismo que la francesa, ni la alemana, ni ninguna otra. No todos los españoles teníamos patria, no todos teníamos bandera, ni mucho menos himno. La patria española era una propiedad, un cortijo con el que el sector acomodado y tradicional de la sociedad española se había ido haciendo hasta el punto de que o estabas con ellos o traicionabas a la patria. Y estar con ellos no significaba ser su conciudadano, sino ser partícipe y apoyo de su ideología conservadora y su acaparamiento público.

Desde luego constituye un proceder sutil y brillante aunque no nuevo, el apropiamiento de símbolos comunes ha sido uno de los pilares de la ejecución hegemónica del poder desde siempre. Y la principal herramienta es la asociación repetitiva: en cada mitin, en cada aparición, en cada evento que se relacionara con ellos, los acomodados conservadores lucían la bandera, hablaban de España, bramaban contra los antiespañoles y volvían a mentar España.

A fuerza de verlo es inevitable asociar los símbolos nacionales con ese sector civil, y una vez se asocian los símbolos tienen en bandeja la apropiación patriótica y pasar a ser ellos la patria. Aunque cabe mentar aquí el papel crucial que tuvo esa izquierda post-transición, tanto institucional como popular, que se hinchó el pecho con una presencia social y un poder ideológico que no tenían y se lanzaron al rechazo de unos símbolos que creían pútridos y manchados por el fascismo, quizá creyendo que serian capaces de llevar a cabo una renovación civil que evidentemente nunca fueron capaces de conseguir.

El error de la izquierda fue creer que la partida que se jugaba trataba de apetencias y dignidades ideológicas particulares, y no de lo que es: ni más ni menos que una lucha de poder constante. Y en esa lucha de poder un símbolo no es más que una herramienta, que bien usada permite asociar una identidad colectiva a un grupo particular, o bien revertir dicho proceso y volver a convertir esa identidad colectiva en propiedad nacional.

En España hemos visto como ese conservadurismo acomodado se apropiaba de la patria y la usaba como arma arrojadiza desde su posición de latrocinio y rapiña. Cuando dejan a la nación sin empresas publicas y sin capacidad de acción lo hacen por la patria. Cuando dejan que la población se empobrezca, cuando dejan que echen a la gente de sus casas y cuando permiten que haya 13 millones de personas en riesgo de pobreza lo hacen por la patria. Y cuando ponen al país de rodillas ante naciones extranjeras, como cuando firmen el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) para someternos a los dictados de las multinacionales americanas, también lo harán con la patria de su lado.

Hace 2 años todo era así, pero la patria, como el miedo, empieza a cambiar de bando. Ha tenido que venir un tipo con coleta, ha tenido que venir Pablo Iglesias a empezar a devolver la patria a quien pertenece, a los ciudadanos españoles que conformamos la nación. Ya no nos ha de dar miedo llamarnos patria, ya no nos ha de dar miedo mentarla, y no nos ha de dar miedo señalar a aquellos que la traicionan y que gobiernan para postrarla y esquilmarla. Empezar a recomponer los fragmentos de nuestra dañada nación requiere identificar a los que la han gobernado para ellos y para el exterior, en lugar de para la ciudadanía española; requiere empezar a llamarlos por su nombre: traidores a la patria.

Jorge
@jorge_aero


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